17 de septiembre de 2008

La utilidad de la fuga de Rodríguez Menéndez


Bien está lo que bien acaba. Así que hay que dar por buena la medida anunciada hoy por el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, y que permitirá a los policías que tramitan los pasaportes acceder a las bases de datos de Instituciones Penitenciarias. Así, por ejemplo, podrán comprobar que el individuo que acude a solicitar un pasaporte no está, pongamos por caso, en un permiso penitenciario y en cuanto se haga con el documento tomará las de Villadiego, Paraguay o las de donde sea... Esto es, exactamente, lo que hizo el abogado José Emilio Rodríguez Menéndez. Aunque parezca mentira, hasta ahora, los funcionarios encargados de expedir los pasaportes no sabían si el solicitante estaba de permiso penitenciario. Sí sabían, evidentemente, si estaba en busca y captura. Pero nada más. Increíble, pero cierto. Creo que demasiadas pocas fugas al estilo Rodríguez Menéndez ha habido.
El Ministerio del Interior tiene un interés especial en cazar al abogado. Aparte del esperpento que ha supuesto su fuga, la policía quiere demostrar, como ya lo hizo años atrás, cuando le detuvieron en Portugal, que no hay ningún trato especial para el letrado y que, como el que más, cumplirá lo que le resta de condena entre rejas, salvo que otro juez de vigilancia penitenciaria se muestre tan sensible a su situación como el de La Coruña que posibilitó su fuga. Ese interés tan especial debe estar detrás del hecho de que hasta Sudamérica, donde está siendo buscado, se haya desplazado un nutrido grupo de agentes de la Comisaría General de la Policía Judicial, comandados por todo un jefe de Brigada, uno de los funcionarios que mejor conoce en España los entresijos del crimen organizado.

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