19 de enero de 2010
La 'grandeur'
Reproduzco aquí parte de la crónica que publica Pablo Ordaz en la edición de hoy de El País desde Puerto Príncipe:
A pie de pista, dos funcionarios europeos, un gendarme francés y un guardia civil español, ofrecieron ayer a este periódico la misma versión de lo sucedido en el interior del aeropuerto de Puerto Príncipe desde el martes del terremoto: "Hasta 40 horas después del temblor no recibimos una orden. Los cooperantes de los distintos países nos dedicamos a intentar salvar a los nuestros. Hasta que pasó mucho tiempo, nadie pareció percatarse de que los haitianos también necesitaban ayuda. Y seguimos como nos ve usted, mano sobre mano, esperando que alguien decida algo para salir a patrullar las calles, a poner un poco de orden, a repartir la ayuda. Fíjese hasta dónde llegará el descontrol que han tenido que cambiar por ineficaz al anterior jefe de seguridad. Y el nuevo ha dicho que quien tenga miedo que se vaya lo antes posible a su país, que prefiere a 13 trabajando que a 600 parásitos...".
Leo en Internet a esta hora –21.25– que la llegada de los soldados norteamericanos ha agilizado hoy el reparto de ayuda a la población de Haití, una semana después del terremoto. Y recapitulo: cuatro días después de que la tierra se abriese en el país más pobre de América, fueron soldados norteamericanos los que consiguieron hacer operativo el aeropuerto de Puerto Príncipe para que, además de las toneladas de ayuda humanitaria enviadas desde cualquier rincón del planeta, pudiesen aterrizar en la isla los mandatarios de la Unión Europea –con nuestra vicepresidenta a la cabeza–. Mientras esto pasaba, los burócratas destacados en Bruselas y Estrasburgo y los funcionarios de Naciones Unidas estaban aún discutiendo cómo hacer algo útil para Haití.
Apenas unas horas antes de que los marines hayan comenzado a alimentar y a atender a la población de Haití de manera masiva, el secretario de Estado de Cooperación del Gobierno francés, Alain Joyandet –además de mamarrachos de la talla de Chávez y Ortega– han cuestionado el papel de Estados Unidos en Haití, aunque hoy mismo Sarkozy se ha apresurado a decir que está muy satisfecho de la ¿cooperación? entre los dos países. Está por ver el primer soldado francés que haya llegado a jugarse el pellejo a la isla. Nada nuevo. Si por Francia, Naciones Unidas y la Unión Europea hubiese sido, Milosevic habría acabado hasta con el último kosovar. Fue Bill Clinton quien decidió acabar de una vez por todas con las tropelías del sátrapa de los Balcanes y poner fin a una década de guerras en la zona empleando aviones norteamericanos y de sus aliados de la OTAN para bombardear objetivos yugoslavos. Poco después, Milosevic era desalojado del poder por sus propios compatriotas ante la mirada de la UE y de la ONU, entidad esta última que fue incapaz de detener matanzas como la de Srebrenica, cometida delante de las narices de unos cuantos cascos azules.
En Francia hay quien aún hoy cree –y este Joyandet debe ser uno de ellos– que su país fue liberado en la Segunda Guerra Mundial por la Resistencia francesa. Lo digo porque he discutido de esto con franceses a los que he oído hablar de manera despectiva de los norteamericanos, pueblo y país al que es deporte nacional denigrar en Francia. Y están convencidos de que ellos solos se quitaron de encima la garra nazi y llegaron hasta las puertas de Berlín, ignorando los miles de tumbas, no sólo de americanos, sino también de británicos, canadienses y australianos que hay en las playas de Normandía. La grandeur debe ser eso.
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1 comentario:
Lo del antiyanquismo europeo es cosa bastante indignante, por enraizado en envidias y frustraciones. Pero resulta más cómodo decir bonitas palabras como "paz", "solidaridad", "diplomacia", mientras se deja seguir masacrando por omisión... Claro que es mucho más fácil librarse de una crítica barata cuando no se hace nada que cuando se adopta una decisión. Y yo que creía que los políticos estaban para decidir...
Sobre Milosevic, como Clinton cayó bien, nadie dijo nada. Si hace lo mismo Bush, es un genocida... Y todo igual, mucha falsa conciencia, mucha hipocresía, poco interés en la mesura y la equidad. El valor -la valentía-, ni se plantea. Mientras se lo pasan bomba jugando a dirigir el mundo.
Ya se sabe que los grupos no tienen como objetivo la búsqueda de la verdad, sino corear su grande amor a sí mismos...
Sen
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