30 de septiembre de 2009

¿Hasta cuándo?


Nos preguntaba ayer Julia Otero en nuestro Territorio Negro si le dábamos credibilidad al testimonio de la novia de Miguel Carcaño. La menor dijo que el cuerpo de Marta del Castillo estaba en una zanja. Ninguna credibilidad, le dijimos. Tanta como todas las declaraciones de todos los implicados en este asunto, excepción hecha de la primera, aquella en la que, en caliente, recién detenidos, los tres principales implicados en el crimen contaron por separado a la policía la misma historia.
Desde aquel primer testimonio, que situaba el cadáver de la chica en las aguas del Guadalquivir, todo se ha ido enrevesando gracias a las mentiras de unos y otros, a la ineptitud de la Brigada de Policía Judicial de Sevilla y, por qué no decirlo, al padre de Marta, que no ha hecho más que dar pistas a los malos. Claro que de eso también tiene la culpa la policía. Veteranos y bragadísimos policías, curtidos en secuestros, asesinatos..., me decían hace ya meses: "¿Cómo es posible que ningún policía se haya encargado del padre, de mantenerle continuamente informado para neutralizarle?".
En esta última ocasión, la revelación de la zanja venía con complementos: ropa ensangrentada y cinta americana, que el abuelo de Marta entregó a la policía. ¿Hasta cuándo continuará el circo? ¿Cuándo algún mando policial dará explicaciones o asumirá la responsabilidad?

28 de septiembre de 2009

Una mujer orgullosa


Fatima Hssisni dijo hoy estar "orgullosa" de lo que hizo su hermano, un tipo que se inmoló en Irak y que a estas horas debe estar disfrutando de las tropecientas vírgenes que Alá tiene preparadas para todos los que mueran como él. Claro que Fatima tiene mucho más motivos para estar orgullosa: se presentó la semana pasada en la Audiencia Nacional con la idea de declarar con el rostro completamente tapado po un burka. Afortunadamente, en España tenemos jueces como Javier Gómez Bermúdez, para los que no existen relativismos ni caminos intermedios y para los que la ley está por encima de la religión. Fatima puede estar orgullosa de ser una mancha oscura, un objeto al que no se le permite ni mostrar un centímetro de piel, una mujer a la que le han borrado, con su consentimiento, la condición, no ya de mujer, sino de ser humano. Es para estar orgullosa.
Y como Fatima es una mujer orgullosa, le ha dicho a los periodistas que todos los que nos repugna ver a mujeres como ella somos unos "ignorantes". Claro que ella debe ser un pozo de sabiduría.
Como Fatima es una mujer orgullosa, se ha despedido de los ignorantes de la prensa con un consabido "Alá es grande". Claro que sí, Fatima. Es tan grande como para que en su nombre tu hermano quedase despanzurrado en algún lugar dde Irak intentando llevarse la vida de algún infiel y para que tú no seas más que una sombra a la que, a buen seguro, ni siquiera dejan salir de casa. Pero, eso sí, orgullosa de ser la mujer que Alá, el único Dios, y Mahoma, su profeta, quieren.
Por cierto, Fatima no vine en ningún desierto lejano, sino aquí, al lado vuestro, en España. Naturalmente, no estoy hablando del Islam ni quiero generalizar, no vaya a tomarme nadie por islamófobo. Hablo de Fatima, una mujer orgullosa, como Alá manda.

9 de septiembre de 2009

El espectáculo debe continuar...


Pues eso. Que "the show must going on". Hoy, Miguel Carcaño ha regresado al juzgado y, cómo no, ha vuelto a dar una nueva versión de los hechos. Recapitulo rápidamente: ahora dice que mató a Marta del Castillo con un cenicero, que no la violó y que –¡sorpresa!– no sabe dónde está el cadáver porque fue el tío de su amigo Samuel Benítez, también imputado por el asesinato, quien se deshizo del cadáver.
Miguel Carcaño tiene sobre sus hombros acusaciones de delitos que le van a hacer pasar en prisión, en el mejor de los casos, una docena de años. Por eso, tiene todo el derecho del mundo, como cualquier imputado, a mentir todo lo que le dé la gana. Pero, como en cualquier otro caso, esas mentiras deben ser desmontadas por las pruebas que aporte, en este caso, la policía.
La versión sobre el crimen que ha ofrecido hoy el joven cuadra con las pocas pruebas materiales que hay en el caso: una mancha de sangre en el bolsillo de su cazadora, que él mismo dijo que se debía a que se había guardado el cenicero en el bolsillo; los restos de sangre que había en su casa y... muy poco más. El drama de los padres de Marta del Castillo, del juez y de la policía, es que no han sido capaces de hallar el cuerpo de la joven. Ni en el río, ni en el vertedero.
Ha llegado la hora de comenzar a pedir, al menos, alguna explicación. Los que conocemos el caso con cierta profundidad podríamos preguntar, por ejemplo, por qué la Jefatura de Policía de Sevilla despachó con bastante displicencia y más que sobrada suficiencia a los especialistas holandeses que llegaron con sus perros a ayudar en la búsqueda en el río. O por qué la Jefatura de Sevilla se negó a recibir más ayuda de los agentes de la UDEV Central llegados desde Madrid y verdaderos especialistas, no sólo en la resolución de asesinatos, sino en realizar interrogatorios complicados. O por qué el juez instructor tampoco pidió ayuda a la hora de interrogar a todos los encartados, pidiendo a la policía un cuestionario para acorralar a todos los implicados, que no son más que una pandilla de adolescentes sin ningún bagaje delictivo...
Hay un montón de lagunas, un sinfín de interrogantes que unos y otros deben contestar. Pero Carcaño seguirá mintiendo con todo su derecho y, lo que es peor, seguirá teniendo sus minutos de gloria en las televisiones y seguirá siendo pasto de los tertulianos. Al fin y al cabo, "the show must going on".

8 de septiembre de 2009

Más de espías esta semana en Interviú


Se va desenredando la maraña. La policía y el juez tienen cada día más claro, sino quién los pagó, sí quién está detrás de los dosieres y las vigilancias sobre el vicepresidente del Gobierno de Madrid, Ignacio González. Método 3, la agencia de detectives más mediática de España es la empresa a la que el juez apunta. De hecho, en los primeros días de este verano, la policía irrumpió en sus sedes de Madrid y Barcelona para solicitar el libro de registro, donde las agencias de investigación privada deben anotar todos sus clientes y los trabajos que les encargan. Los detectives se negaron en rotundo a entregar esos libros a los agentes. ¿Estaba allí el encargo del dosier sobre la mano derecha de Aguirre? Ese mismo dosier es el que estuvo paseando por varias redacciones durante más de un año, hasta que Tiempo, primero, y Público después, lo publicaron parcialmente para socavar a González. "No desvelaremos el nombre de un cliente no delante del Tribunal Constitucional", han dicho a Interviú desde Método 3. Tenéis todo esta semana en Interviú.