28 de enero de 2009

Leónidas Vargas, el último de su estirpe, esta semana en Interviú


Leónidas Vargas, el traficante colombiano asesinado en un hospital de Madrid, era el último ejemplar de una estirpe de delincuentes ya extinguidos. Perteneciente a la generación de los Escobar, Lehder, Rodríguez Gacha, Rodríguez Orejuela, Vargas murió como casi todos ellos. Murió como un mafioso y vivió como un mafioso.
Esta semana, en la revista Interviú contamos anécdotas y detalles de la vida de Vargas no reveladas hasta ahora: su afición a los narcocorridos, que le hizo grabar un disco durante su estancia en prisión, su pasión por las mujeres jóvenes y numerosas anécdotas de su paso en calidad de detenidos por las dependencias de la Brigada Provincial de Policía Judicial, donde repartió café colombiano para todos. Además, publicamos unas fotos excepcionales, como la que acompaña esta entrada o las que le hizo la policía mientras le vigilaba en Madrid, antes de ser arrestado.

27 de enero de 2009

Otra desaparición inquietante


La chica de la foto se llama Marta del Castillo, tiene 17 años y desde el pasado sábado no se sabe nada de ella. En estas primeras horas de búsqueda, la policía ya considera la de Marta una desaparición inquietante. La chica vive en Sevilla, salió a tomar algo con unos amigos a las cinco de la tarde y su rastro se pierde cuando regresaba a su domicilio. Las primeras investigaciones se han centrado, naturalmente, en su entorno más cercano: en sus amigos, en sus novios y pretendientes. Nadie tiene que sentirse mal por eso. En un caso como éste, el foco de los investigadores tiene que empezar por alumbrar lo más próximo. Ojalá pronto se apague el foco y Marta esté en su casa sana y salva. Pero, de momento, es una desaparición inquietante.

23 de enero de 2009

No dejes que la realidad te estropee un buen reportaje


Le acabo de contar la historia a los oyentes de mi amigo José Antonio Ponseti de Caracol Miami. Wilson Ribera, un albañil ecuatoriano en paro, se convirtió esta semana en un héroe no sólo mediático, sino que hasta el conseller de Interior de la Generalitat, Joan Saura -muy aficionado a las perfomances anti israelíes-, se apresuró a hacerle merecedor de una medalla al mérito policial, algo para lo que ni siquiera tiene atribuciones. Periódicos, televisiones... Todos contaron la historia de Wilson, que no dudó ni un momento en enfrentarse a un tipo que estaba apuñalando a su esposa. También lo hicieron otras dos personas, por cierto, pero la historia funcionaba mejor con Wilson: inmigrante, en paro, sin poder pagar el alquiler...
Según me cuenta una buena amiga y mejor periodista, desde el primer día, los vecinos de Wilson advirtieron al tropel de periodistas que se dejaron caer por su casa: "Oigan, que sí, que fue muy valiente, pero este tipo le daba unas tundas a su mujer...". Pero cumpliendo esa vieja máxima -"no dejes que la realidad te estropee un buen reportaje"- y a mayor gloria de la corrección política, los periodistas no hicieron caso a los vecinos y, por ejemplo, El País tituló: "Un inmigrante impide un crimen machista en la calle". Era la historia perfecta, propia de un telefilm norteamericano... Hasta la ministra de Igualdad dedicó unas palabras a Wilson.
Pero la cosa se le torció a Joan Saura, a Bibiana Aído y a sus palmeros unas horas después. Resulta que Wilson –que estoy seguro de que dio una lección de civismo y valentía, al igual que las otras dos personas que intervinieron y fueron olímpicamente despreciadas por casi todos los medios– tenía antecedentes por malos tratos a su anterior pareja y que incluso pesó sobre él una orden de alejamiento. El cuento de hadas se vino abajo. En cualquier caso, que cunda el ejemplo de Wilson. Del Wilson cívico, por supuesto.

21 de enero de 2009

Por favor, leed a Carlos Mendo hoy


Le encuentro de vez en cuando en la sala vip de Cuatro, cuando estoy a punto de entrar en el plató de Las Mañanas. Es un señor campechano, con un aspecto de bonhomía y, sobre todo, de la sabiduría que dan los años vividos y la experiencia de haber recorrido mundo. Hace un par de semanas, me atreví a hablar con él: "Don Carlos, tiene usted que escribir más". Carlos Mendo me respondió con sorna: "Es que soy raro: defiendo a Estados Unidos...".
He seguido a Carlos Mendo desde su etapa como corresponsal de El País en Estados Unidos. Y, sobre todo, como articulista, analizando con una claridad envidiable la actualidad internacional. Sus análisis sobre las primarias y las elecciones norteamericanas han sido de lo mejor que he leído acerca del tema. De Barack Obama se ha escrito mucho, pero creo que nada como este artículo que publica hoy Carlos Mendo en El País. Yo jamás habría podido expresar así de bien lo que significa la llegada del 44 presidente de Estados Unidos a la Casa Blanca. Gracias, don Carlos.

19 de enero de 2009

Bernard-Henri Levy y las guerras perdidas


Sé que es una guerra perdida. Hace mucho que todo lo que rodea al conflicto entre israelíes y palestinos tiene, al menos en España, un solo punto de vista válido, el de la demonización de Israel y la contemplaciónm hasta extremos vomitivos del empleo que los dirigentes de Hamas y Hezbolá hacen de sus civiles y, muy especialmente, de sus niños. Por eso no voy a insistir en que este conflicto tan desigual –más de mil bajas en el lado palestino, apenas una docena en el bando israelí– tiene muchos matices.
Prefiero que si hay alguien intersado en esos matices, lea el reportaje que publica hoy en El Mundo Bernard-Henri Levy. El filósofo francés, entre otras muchas cosas, plantea unas preguntas que estos días me he hecho yo varias veces: ¿Dónde estaban todos esos manifestantes que claman contra el genocidio de Gaza cuando cientos de miles de musulmanes fueron masacrados en Bosnia? ¿Dónde estaban cuando Putin dejó Grozni reducido a cenizas? ¿Dónde están estos últimos años, cuando en Congo o en la región sudanesa de Darfur se producen matanzas de civiles casi a diario?
El foco, siempre en el mismo lugar: en Israel y, naturalmente, en Estados Uniddos. ¡Ah! Ayer hubo un Madrid una manifestación a favor de Israel. Lo recuerdo porque la prensa no le ha dedicado mucho espacio. Ni siquiera la presencia de un diputado socialista de la Asamblea –sorprendente y gratificante– ha servido para llamar demasiado la atención.

17 de enero de 2009

La Audiencia pone en su sitio –el banquillo– a Eufemiano Fuentes


Desde que la Guardia Civil culminó la Operación Puerto, en la primavera de 2006, con la detención de los doctores Eufemiano Fuentes y Merino Batres y el director de equipo Manolo Saiz, casi todo lo que ha pasado en España en torno a esta operación ha sido ridículo. El juez que dirigió la investigación decidió archivar la causa porque no vio indicios de delito, ya que el dopaje en aquellas fechas no era en nuestro país considerado un delito. Tampoco vio el instructor delito contra la salud pública, como trataban de demostrar los investigadores: las condiciones de almacenamiento de la sangre de los ciclistas, su transporte, las transfusiones a las que sometían... Todo eso, para el juez, no suponía un riesgo para la salud de los deportistas.
Mientras en España los corredores que pasaron por la consulta de Fuentes siguieron compitiendo, los dos mejores ciclistas del mundo en ese momento, Jan Ulrich e Ivan Basso, fueron sancionados y suspendidos en sus países.
En aquellos días, varios compañeros de medios de comunicación alemanes, italianos, daneses, británicos, franceses... nos entrevistaron –Interviú fue la publicación que dio la exclusiva de la lista de clientes de la red– y todos nos hacían la misma pregunta, incrédulos: "¿Es que en España no va a pasar nada?".
Pues a punto ha estado de no pasar nada. La Audiencia, en segunda instancia, ha decidido abrir juicio oral contra los implicados en la operación. ¿Las razones? Las mismas que los agentes de la UCO de la Guardia Civil repitieron una y mil veces durante la instrucción sumarial, había riesgo para la salud de los deportistas porque:
no se hacían las extracciones ni las transfusiones en locales adecuados;
no se transportaba la sangre extraída en recipientes idóneos; no existía una identificación clara de los donantes; no existían garantías de mantenimiento de las temperaturas de conservación de la sangre, que se custodiaban en frigoríficos y arcones de pisos particulares, y el procedimiento era clandestino e incontrolable por parte de las autoridades sanitarias.
La noticia de la apertura de juicio oral me alegra por varias razones. En primer lugar, por los guardias civiles que llevaron a cabo la operación y que han padecido estos dos años y medio un verdadero calvario y ha estado expuestos al linchamiento de los medios afines al todopoderoso Manolo Saiz. Pero, sobre todo, me alegro porque el sentido común me dice que algo de daño debía de hacer a la salud que un tipo como Fuentes se haga millonario sacando sangre, metiéndola y llevándola en arcones sin niongún tipo de control de gran vuelta en gran vuelta.

13 de enero de 2009

La franquicia de los 'Miami'


Qué bien nos ha venido a todos los periodistas que Carlos Monje, el tipo que en la madrugada del martes mató a dos personas en la discoteca Heaven, dijese que pertenecía a la banda de los Miami. Imprimía así un sello de calidad a su acción criminal, en la que murió un portero rumano, Cata, y un relaciones públicas que estaba en el peor sitio en el peor momento. Y, de paso, los periodistas nos hemos lanzado a hablar de guerra entre bandas por el control de las puertas de las discotecas.
Como he contado este mediodía a los informativos de La Sexta, ante el estupor de la reportera que me entrevistaba, Los Miami dejaron de existir como banda hace ya unos años, por mucho que se empeñase Ana Obregón en su intento de ajustar las cuentas a Jaime Cantizano. Eso es, precisamente, en lo que se han quedado, en un sello de calidad, un nombre que invocan los malotes para parecer más malotes o los que quieren –como en el caso de Ana Obregón– convertirse en malotes. Una franquicia, al fin y al cabo.
Los Miami fueron un grupo muy importante. Cuando los hermanos Peña Enano, Juan Carlos e Iván dirigían con mano de hierro la seguridad en discotecas, las extorsiones, las palizas por encargo y, más adelante, el tráfico de cocaína a gran escala. Pero las guerras intestinas les debilitaron. Álvaro López Tardón, un de sus dirigentes, se enfrentó a muerte con Juan Carlos Peña, que estuvo a punto de morir acribillado en su Porsche. Al hermano de Álvaro le secuestraron y le pegaron dos tiros en las rodillas. Iván murió en un accidente. Manza, otro de los hombres fuertes del grupo, fue asesinado. Fe, la mujer de Juan Carlos Peña, fue detenida en Suiza con una maleta llena de dinero junto a Rafael Gutiérrez Cobeño, el abogado que fue asesinado después en Madrid... Es decir, el grupo se descompuso definitivamente. Juan Carlos, que lleva una pierna ortopédica fabricada en una empresa de Tres Cantos, a pocos metros de la sede de la Comandancia de la Guardia Civil de Madrid, es hoy uno de los fugitivos más buscados de España y se hace acompañar de una cohorte de guardaespaldas. Hay quien le sitúa en Colombia, donde se convirtió en un tipo con crédito, alguien de quien los clanes colombianos se fían. Esté donde esté, imagino que hoy habrá sonreído cuando haya visto los titulares.

8 de enero de 2009

La 'medellización' de Madrid


Un gran hospital. Un tipo que entra armado con una pistola semiautomática con silenciador. Entra en una habitación y descerraja cuatro tiros a un paciente. Se va sin ser visto por nadie. No es el guión ni la escena de una película. Ha sucedido hace unas horas en Madrid, en el Hospital Doce de Octubre. La víctima se llamaba Leónidas Vargas Vargas, un capo colombiano, detenido hace algo más de dos años en Madrid y considerado uno de los peces gordos de los carteles del sur de Colombia. Vargas había sido condenado a 19 años de prisión en su país y era uno de los creadores de las siniestras oficinas de cobros, las agencias de sicarios que se encargan de cobrar deudas o de ajustar cuentas. Colombia ofreció en su día cinco millones de dólares por su captura. Se encontraba en libertad por lo delicado de su estado de salud.
Es la primera vez que Madrid es escenario de una ejecución de estas características, pero cada día son más frecuentes los ajustes de cuentas a tiro limpio. El asesinato, hace unas semanas, del abogado Alfonso Díaz Moñux, tiene unas connotaciones muy similares. Madrid se está convirtiendo en una pequeña Medellín, la ciudad que en los años 80 y principios de los noventa registró unos índices de criminalidad estratosféricos por las acciones de los sicarios. En Madrid hay armas, mucha cocaína, mucho dinero y muchos delincuentes que se ríen de la legislación española, la más complaciente de occidente para la delincuencia organizada.

6 de enero de 2009

Sobrevivir no es desproporcionado


"Sobrevivir no es desproporcionado", escribe hoy en El País el filósofo francés André Glucksmann en este artículo. Es el análisis más preciso de todo lo que he leído –y he leído casi todo, porque he estado de vacaciones hasta ayer mismo– acerca de la intervención del ejército israelí en Gaza. Supongo que, como lo que hoy también publica en el mismo diario Antonio Elorza, pasará casi inadvertido ante tanta imagen terrible de los niños muertos en los bombardeos israelíes o ante tanto titular como el de hoy en El Mundo, que denuncia (??) que los comandos de élite israelíes "atan a los varones, les tapan los ojos y les quitan la ropa". ¿Me puede decir el enviado especial de El Mundo cómo tienen que actuar los soldados israelíes cuando entran en un campo de refugiados en el que no saben quién puede ser un militante de Hamas armado hasta los dientes? ¿Deben pedirle el carné de guerrillero?.
Bien está que la comunidad internacional trate de parar la nueva guerra en el avispero de Gaza, pero hay que hablar claro. Elorza lo plantea hoy con un supuesto de política ficción que abre los ojos de cualquiera: imaginemos que Marruecos tiene la legítima reivindicación de anexionarse Ceuta y Melilla y que para ello decide comenzar a bombardear a diario ciudades españolas al otro lado del Estrecho. ¿Debería España aguantar día a día esos bombardeos? ¿No debería emplear su clara superioridad militar para aplastar los ataques marroquíes?
Se olvida en este nuevo conflicto que fue Hamas quien rompió el pasado 19 de diciembre la tregua. Se olvida que los vecinos del sur de Israel soportaban a diario el lanzamiento de cohetes que eran ignorados por la prensa española. Se olvida que Hamas tiene la manifiesta intención de exterminar de la faz de la tierra al estado de Israel. Se olvida que el propio Mahmud Abbas, presidente de la Autoridad Palestina, culpó a Hamas de los sufrimientos que traería al pueblo de Gaza la ruptura de la tregua. Se olvida que Israel retiró, en una dolorosa decisión con un altísimo coste político, a sus colonos de la franja de Gaza hace ya muchos años. Son muchos olvidos para presentar a Israel como el Gran Satán y a "los palestinos" como las víctimas. A mí no me cabe ninguna duda de que la población civil palestina es la gran perjudicada en este conflicto, pero cuando Hamas decidió activar el estado de guerra con un enemigo tan superior como Israel sabía a lo que se atenía. Para Israel es una cuestión de supervivencia. No olvidemos que lleva más de 60 años sobreviviendo rodeada de países que quieren su eliminación.