31 de enero de 2010

Prensa dominical


El domingo me encanta leer los periódicos con el tiempo y la calma que me faltan el resto de días de la semana. Madrugo y compro al menos tres diarios –hoy, As, ABC, El País y El Mundo–. Y me detengo a leer reportajes y entrevistas. Leo por encima las noticias, que me resultan viejas, devoradas ya por la inmediatez de la red, a la que me confieso enganchado casi permanentemente. Creo que el futuro de la prensa escrita es precisamente apostar por contenidos propios, distintos y de calidad. Por historias bien escritas, elaboradas por buenos reporteros, que escriban textos para leer los domingos, saboreando el reporterismo que destilan. Hoy me encuentro en El País y en El Mundo leo el mismo reportaje –las penalidades de los enfermos de un psiquiátrico en Haití–. Sigo avanzando y vuelvo a encontrar contenidos casi calcados en los mismos dos diarios: un viaje por la tierra natal de la familia Bin Laden en Yemen... Supongo que ni en Haití ni en Yemen es fácil trabajar. Y tengo ninguna duda sobre la profesionalidad de Jacobo García, Paco Peregil, Ángeles Espinosa y Javier Espinosa, los autores de los cuatro reportajes. Pero me produce cierta desazón tanta coincidencia. Hasta que sigo avanzando en El País y me encuentro este reportaje de Jesús Duva sobre la primera víctima de ETA, una niña de apenas dos años asesinada por una bomba colocada en una estación. Es ejemplar: testimonios inéditos, fotografías nunca vistas y un trabajo de investigación serio y riguroso, como Jesús Duva acostumbra a hacer. Cuando acabo de leerlo pienso que merece la pena seguir comprando periódicos los domingos.

28 de enero de 2010

"Mi tiempo es oro y vale mucho dinero"


Era de esperar. El Rafita ya es una estrella y quiere ser remunerado como tal. Según cuenta El País en este reportaje publicado en su edición de hoy, uno de los asesinos de Sandra Palo exige dinero a todo el que se acerca a él para entrevistarle. ¿Eso quiere decir que los que ya han hablado con él le han pagado? No necesariamente. Telecinco lo ha negado tajantemente y no hay por qué no creerles, pero lo cierto es que ya no quedan dudas: los medios hemos convertido a un criminal en una verdadera celebridad, que como si se tratara de Julián Muñoz, pide el dinero por delante antes de abrir la boca. Como a otros muchos. ¿O acaso Charles Manson no es una celebridad? ¿O no fue Rodríguez Vega, el asesino de ancianas, una celebridad hasta que un preso apodado El Zanahorio decidió pasar a la historia como el que mató al Mataviejas? ¿O no sigue siendo una celebridad Antonio Anglés?... Pero con El Rafita hay una diferencia: tenía una segunda oportunidad y los medios hemos ayudado, y mucho, a que la eche por tierra.
No somos los medios, evidentemente, los únicos responsables. Ninguna administración ha hecho nada por devolver en mejores condiciones El Rafita a la sociedad de donde se le sacó por el horrible crimen que cometió. Era carne de cañón antes de asesinar a Sandra Palo y hoy sigue siendo la misma carne de cañón. ¿Nadie va a pedir responsabilidades por ello? ¿Cómo es posible que le hayan devuelto al mismo barrio en el que vivía? ¿Cómo se explica que los medios de comunicación le hayan encontrado a los pocos días de abandonar el centro de menores?
Estoy seguro de que El Rafita no ha hecho nada para ponérselo fácil a los educadores ni a nadie, pero el sistema, la administración, están para eso: para que el Estado demuestre que responde a retos como éste. Hacer de un criminal una persona capaz de regresar a la sociedad. Pero este estado no es capaz de hacer algo así. Los políticos están dedicados a otras cosas.

24 de enero de 2010

'El Rafita', un fracaso del todos


Leo aquí que han vuelto a detener a Rafael García Fernández, El Rafita, uno de los criminales que violaron, mataron y quemaron a Sandra Palo, una joven madrileña, en 2003. Menos de siete años después, Rafael, que era menor de edad cuando cometió su terrible delito, goza de una libertad que le permite seguir delinquiendo. Esta vez robando un coche, pero es que ya había sido detenido otras dos veces, también por robo, desde que abandonó el centro donde cumplió su condena.
¿Qué ha pasado? El Rafita no entró en una prisión porque, según dice el espíritu de la ley de responsabilidad penal del menor, eso no habría hecho más que empeorar su conducta. Así que ingresó en un centro de menores, donde se supone que educadores, psicólogos y todo tipo de personal pagado con nuestros impuestos le convertiría en una persona que podría volver a la sociedad de la que fue apartado para purgar por su horrible crimen... Seis años después, El Rafita salió en libertad, su rostro apareció en la televisión poco después y nada parece indicar que se haya convertido en una persona capaz de vivir de su trabajo.
¿De quién es la culpa de este fracaso? De todos. La Ley del Menor no sirve tal y como está planteada. No hay ni dinero ni profesionales para que sea aplicada con rigor. La Administración española es incapaz de garantizar, en casos tan mediáticos como éste, que el reo será luego blindado y que nadie conocerá su aspecto ni su paradero. Y los medios españoles, especialmente las televisiones, se lanzaron a degüello sobre El Rafita para buscarle, encontrarle y privarle de la oportunidad de vivir una vida nueva. A la vez, volvían a dar minutos a la madre de Sandra Palo, una mujer que legítimamente arrastra su dolor y lo comparte con todo aquel que le ponga una cámara delante, sin sospechar que no es más que una pieza más del engranaje perverso de audiencias que se ventila todas las mañanas o las tardes. Mañana la verán en algún programa. Seguro.
No sé si El Rafita habría elegido vivir una vida nueva después de su crimen. Pero tampoco le hemos dado muchas oportunidades. Un ejemplo que siempre me viene a la mente cuando hablo de esto: los dos asesinos de James Bulger, aquel niño que en 1993 fue torturado y muerto a golpes en Liverpool, salieron de su internamiento hace ya siete años. Nadie sabe dónde están, ni quiénes son. El Gobierno inglés les proporcionó nuevas identidades para que tuviesen la oportunidad de tener nuevas vidas. Y a la denostada por aquí prensa británica ni se le ha ocurrido privarles de esa oportunidad.

22 de enero de 2010

Pornografía


Pilar Rahola lo planteó ayer en el programa Julia en la Onda; hoy he leído una carta en El País que hablaba de ello y yo llevo unos cuantos días pensándolo. Exactamente desde que vi la fotografía de un tipo arrojando el cuerpo de un crío de no más de tres años a una pila de cadáveres en Haití. No entiendo por qué los medios españoles hacemos esta exhibición, esta pornografía de la muerte. No creo que sea necesario. No voy a hablar de la dignidad de los muertos, ni a comprarar la de los haitianos con la de las víctimas del 11-M. No hace falta. Todos sabíamos lo que había en aquellos trenes sin necesidad de verlo de manera explícita. Y creo que todos sabemos lo que hay en Haití. No creo que haga falta mostrarlo de esa manera. ¿Para remover conciencias? ¿Para llamar a la solidaridad? Como dice hoy la lectora de El País en su carta, ya sabemos que nosotros estamos en el lado bueno y que los haitianos están en el lado malo del mundo.
Antes de escribir esta entrada me he preocupado de comprobar si en Estados Unidos –un país muy cercano a Haití por infinidad de razones– se estaban publicando las mismas fotos y las mismas imágenes. Dos compañeros de profesión me han contado que no y me han dicho que están sorprendidos del tratamiento que le hemos dado aquí al desastre. Antes de acabar: el lunes, en Interviú, la revista de la que soy adjunto al director, publicamos un reportaje gráfico sobre Haití. Echad un vistazo y juzgad.

19 de enero de 2010

La 'grandeur'


Reproduzco aquí parte de la crónica que publica Pablo Ordaz en la edición de hoy de El País desde Puerto Príncipe:
A pie de pista, dos funcionarios europeos, un gendarme francés y un guardia civil español, ofrecieron ayer a este periódico la misma versión de lo sucedido en el interior del aeropuerto de Puerto Príncipe desde el martes del terremoto: "Hasta 40 horas después del temblor no recibimos una orden. Los cooperantes de los distintos países nos dedicamos a intentar salvar a los nuestros. Hasta que pasó mucho tiempo, nadie pareció percatarse de que los haitianos también necesitaban ayuda. Y seguimos como nos ve usted, mano sobre mano, esperando que alguien decida algo para salir a patrullar las calles, a poner un poco de orden, a repartir la ayuda. Fíjese hasta dónde llegará el descontrol que han tenido que cambiar por ineficaz al anterior jefe de seguridad. Y el nuevo ha dicho que quien tenga miedo que se vaya lo antes posible a su país, que prefiere a 13 trabajando que a 600 parásitos...".
Leo en Internet a esta hora –21.25– que la llegada de los soldados norteamericanos ha agilizado hoy el reparto de ayuda a la población de Haití, una semana después del terremoto. Y recapitulo: cuatro días después de que la tierra se abriese en el país más pobre de América, fueron soldados norteamericanos los que consiguieron hacer operativo el aeropuerto de Puerto Príncipe para que, además de las toneladas de ayuda humanitaria enviadas desde cualquier rincón del planeta, pudiesen aterrizar en la isla los mandatarios de la Unión Europea –con nuestra vicepresidenta a la cabeza–. Mientras esto pasaba, los burócratas destacados en Bruselas y Estrasburgo y los funcionarios de Naciones Unidas estaban aún discutiendo cómo hacer algo útil para Haití.
Apenas unas horas antes de que los marines hayan comenzado a alimentar y a atender a la población de Haití de manera masiva, el secretario de Estado de Cooperación del Gobierno francés, Alain Joyandet –además de mamarrachos de la talla de Chávez y Ortega– han cuestionado el papel de Estados Unidos en Haití, aunque hoy mismo Sarkozy se ha apresurado a decir que está muy satisfecho de la ¿cooperación? entre los dos países. Está por ver el primer soldado francés que haya llegado a jugarse el pellejo a la isla. Nada nuevo. Si por Francia, Naciones Unidas y la Unión Europea hubiese sido, Milosevic habría acabado hasta con el último kosovar. Fue Bill Clinton quien decidió acabar de una vez por todas con las tropelías del sátrapa de los Balcanes y poner fin a una década de guerras en la zona empleando aviones norteamericanos y de sus aliados de la OTAN para bombardear objetivos yugoslavos. Poco después, Milosevic era desalojado del poder por sus propios compatriotas ante la mirada de la UE y de la ONU, entidad esta última que fue incapaz de detener matanzas como la de Srebrenica, cometida delante de las narices de unos cuantos cascos azules.
En Francia hay quien aún hoy cree –y este Joyandet debe ser uno de ellos– que su país fue liberado en la Segunda Guerra Mundial por la Resistencia francesa. Lo digo porque he discutido de esto con franceses a los que he oído hablar de manera despectiva de los norteamericanos, pueblo y país al que es deporte nacional denigrar en Francia. Y están convencidos de que ellos solos se quitaron de encima la garra nazi y llegaron hasta las puertas de Berlín, ignorando los miles de tumbas, no sólo de americanos, sino también de británicos, canadienses y australianos que hay en las playas de Normandía. La grandeur debe ser eso.

15 de enero de 2010

Daniel Montero digital


Llegó hace un lustro a la redacción de Interviú, con el hambre de triunfo que tanta falta hacía allí y que aún conserva intacta. Hoy es una de las piezas fundamentales de la redacción de la revista. Pertenece a una generación distinta a la mía, ha crecido con las nuevas tecnologías y sabe emplearlas con una eficacia que yo no tendré ni en mis mejores días. Eso, sumado a su mirada inquisidora de reportero y a su continua búsqueda de la verdad que se esconde detrás del último número o del último dato, convierten a Daniel Montero en un tipo peligroso para cualquiera que tenga algo que ocultar. Lo demuestra semana a semana en Interviú y lo demostró con su exitoso libro, La Casta, editado por La Esfera de los Libros. Y a partir de ahora, podéis seguirle en su web y en Twitter. Disfrutad de él como disfruto yo todas las semanas de su trabajo.

11 de enero de 2010

Santiago del Valle aprende de la 'pandilla basura'


Los asesinos no tienen encanto, ni carisma, ni son atractivos. En 23 años de profesión, no he conocido a uno sólo que se parezca a Hanibal Lecter, la creación de Anthony Hopkins. Ni siquiera a Patrick Bateman, el sanguinario broker metido a serial killer de la novela de Easton Ellis, encarnado en el cine por Christian Bale. Los asesinos son personas cutres, hasta casposas y un buen ejemplo de lo que digo es Santiago del Valle, el asesino de la pequeña Mariluz Cortés. Del Valle es un tipo huraño, con una mujer obesa mórbida, con una vida gris marcada por su obsesión por las menores, que le ha hecho huir de varias ciudades. En Huelva, donde asesinó a Mariluz, vivía con las persianas casi cerradas, con la abertura justa para ver desde su el encierro de su casa a las niñas que pasaban por delante de su casa. Así vio a Mari Luz el día que la mató. Tras ser detenido, reconoció que intentó abusar de ella, aunque negó haberla asesinado.
Pero este tipo de vida sórdida, de más bien pocas luces, no es completamente imbécil. Y en prisión, uno de sus entretenimientos será ver la tele. Y allí ha debido seguir con interés las andanzas de la pandilla basura, Miguel Carcaño y sus amigos, los acusados de matar a Marta del Castillo. Del Valle ha visto cómo se han burlado de la justicia y como van a llegar a juicio sin que el cuerpo de Marta haya sido encontrado. Así que Del Valle ha decidido cambiar su versión y hoy ha dicho que ni siquiera vio a Mariluz. Está en su derecho. Está acusado de un delito tan grave como el asesinato y nuestro ordenamiento jurídico le posibilita mentir las veces que desee. Pero no le va a servir de nada. En el caso de Mariluz la policía sí hizo bien su trabajo y la confesión de Del Valle está acompañada de un buen número de pruebas sólidas.

9 de enero de 2010

Las 'hazañas' de El Solitario


He hablado antes aquí mismo de este personaje, histriónico y caricaturesco. Jaime Giménez Arbe, el atracador conocido como El Solitario, el asesino de dos guardias civiles y un policía, se descuelga ahora con una autobiografía editada, por cierto, por Txalaparta, la misma editorial que publicaba los libros del etarra-periodista o periodista-etarra Pepe Rei. Lo cuenta en este reportaje mi amigo y maestro Jesús Duva, al que debemos agradecerle que nos ha ahorrado el dinero que cueste el libro, escrito por un tal Iñaki Errazkin a partir de miles de folios manuscritos por El Solitario en su celda de la cárcel de Monsanto (Portugal), donde ha empezado a cumplir las decenas de años de prisión que le esperan.
Según cuenta Jesús Duva en El País, más parecen las memorias de Casanova o de Darek que las de un atracador, ya que dedica mucho más tiempo a narrar sus conquistas sexuales, que a dar cuenta de los atracos durante trece años mantuvieron en jaque a Policía y Guardia Civil.
Vuelve a negar la autoría del asesinato de los guardias civiles Juan Antonio Palmero y José Antonio Vidal, por el que está condenado a 47 años de prisión y justifica sus delitos con los mismos argumentos que ya repitió en el juicio: "Una característica de los bancos que me irritaba y me irrita era la prepotente chulería con la que trataban y tratan a sus clientes. Como vampiros modernos, no se contentan con chupar la sangre de sus víctimas, dejándolas luego recuperarse para volver a sangrarlas, no. Quieren vaciarlas. Más que parásitos, son depredadores. A mi juicio, esta situación debía ser combatida".
Sí hay una cosa en la que El Solitario no miente y que ha llamado la atención de Duva, buen conocedor del paño. En un pasaje, el delincuente dice: "Los cuerpos policiales tienen la costumbre de no colaborar entre ellos". Pues sí, seguramente estos pisotones de manguera ayudaron a la impunidad que Giménez Arbe tuvo durante más de una década.

2 de enero de 2010

Lo que tenemos en 2010


Esta mañana he comprado los periódicos. Es una costumbre que no abandono ni en vacaciones y que no he sustituido por el vistazo que doy todas las mañanas a las ediciones digitales. Además, ayer no hubo prensa en Madrid, así que quizás he acudido al punto de venta de prensa con más ganas. Los últimos periódicos que leí eran de 2009 y al ver los primeros de 2010 y las noticias de última hora que he visto en la red, se me ocurren algunas reflexiones.


Caricaturista en peligro. Lo he leído esta mañana en Internet. Kurt Westergaard, el autor de las caricaturas sobre Mahoma que en 2005 desataron la ira de los islamistas, fue atacado en su casa de Copenhague cuando estaba con su nieto de cinco años. Tres tipos intentaron entrar en su domicilio y la policía hirió a uno de ellos, que llevaba un hacha, imagino que para cumplir con el mandato de dar su justo merecido al autor de un delito tan terrible como osar hace unas caricaturas sobre Mahoma. Espero, nuevamente, la reacción de solidaridad con el dibujante de los habituales abajo firmantes... La de 2005 aún la estoy esperando. Menos mal que las caricaturas se publicaron en un país como Dinamarca, en el que la firmeza de su primer ministro a la hora de defender el derecho a la libertad de expresión y a no ceder al chantaje de los islamistas me provocó una sana envidia.


Otra matanza. Ahora ha sido en Pakistán. Casi 90 personas murieron mientras veían un partido de voleibol asesinadas por un suicida. ¿Qué objetivo buscaba? Ninguno, son, como dice Bernard-Henri Levy, nihilistas que tan sólo apuestan por la destrucción y la muerte. Hace ya tiempo que en Afganistán, en Irak y en Pakistán, la mayoría de las víctimas de estos supuestos liberadores son civiles, compatriotas de los criminales.


Pistoleros de Blackwater, impunes. Leo en la prensa que la Justicia americana ha archivado los cargos contra unos mercenarios de Blackwater, a los que se acusaba de una matanza de diecisiete civiles en Irak. Un defecto de forma ha permitido que estos pistoleros queden, de momento, impunes, aunque el Departamento de Justicia está buscando la forma de poder evitar el cierre definitivo del caso. Pocas cosas han hecho más daño al prestigio y a la imagen de Estados Unidos en el mundo que las casi siempre deleznables intervenciones de los mercenarios de esta empresa de seguridad, auspiciados por el nefasto George W. Bush, que les dio carta blanca en Irak y licencia para convertir la antigua Mesopotamia en su particular OK Corral. Los soldados españoles podrían contar algo de las tropelías de los soldados privados de Blackwater durante el asalto de la milicia del Madhi a la base de Al Andalus en Nayaf.


Yemen, en el punto de mira. Las conexiones del terrorista de Detroit con la facción yemení de Al Qaeda son un dato má que prueban que ese país se está revelando como una base de vital importancia para los enemigos de Occidente. No es nuevo. El atentado del USS Cole en Aden –antecedente del 11-S– y el hecho de que la mayoría de los presos de Guantánamo fuesen combatientes procedentes de ese país ya había situado a Yemen en el centro del islamismo radical. Por cierto, algunas informaciones apuntan a que dos de los líderes de Al Qaeda en ese país son ex presos de Guantánamo... Así que allí, al parecer, no sólo había inocentes musulmanes que habían ido a Afganistán a aprender el Corán, como nuestro Hamido...