20 de noviembre de 2009

Imprescindible lectura


Acabo de terminar las 460 páginas de La torre elevada, el libro que sobre Al Qaeda ha escrito el periodista norteamericano Lawrence Wright. La obra ha sido premio Pulitzer y ha recibido los elogios de personas mucho más autorizadas que yo, como el escritor Antonio Muñoz Molina. Pero no me quedaría a gusto si no le dedicase unas líneas. La obra es sensacional, un ejercicio periodístico casi titánico por el número de fuentes y de datos que ha manejado el autor. Pero, fruto de ese trabajo, ha salido un reportaje –porque es lo que es este libro– magnífico. No hace falta ser un iniciado en la materia para disfrutar de él, pero los iniciados aprenderán datos desconocidos hasta ahora: cómo la vanidad de algunos agentes de la CIA y el FBI sirvió para facilitar el trabajo de los terroristas del 11-S; cómo eran las relaciones de Osama Bin Laden con sus esposas e hijos; el papel de Ayman Al Zawahiri en la siniestra fusión de Al Yihad y Al Qaeda; la trampa que un avezado agente del FBI le tendió a un yihadista preso en Yemen unos días después del 11-S... Y por encima de todo, la historia del agente especial O'Neil, el hombre que más persiguió a Bin Laden y que murió el 11-S cuando trataba de ayudar a desalojar la Torre Sur días después de abandonar su trabajo en el FBI. Sólo las peripecias de este personaje hubiesen merecido un libro, pero Wright decidió situarle frente a sus enemigos, frente a quienes acabaron con su vida e intentaron acabar con la civilización por la que O'Neil y otros muchos murieron el 11 de septiembre de 2001. Por la misma civilización por la que murió en Leganés el 3 de abril de 2004 el geo Francisco Javier Torronteras.

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