25 de mayo de 2008

El distinto destino de dos criminales


La semana acaba con mangíficas noticias. Tal y como empezó. Hace unos días, me encantó ver la imagen de ese gordo vociferante esposado que, dicen, es el número uno de ETA. Yo también, como Juan Carlos Rodríguez Ibarra, me concedí un minuto de alegría por la detención de López Peña y sus secuaces. Por cierto, algunos de ellos han ostentado cargos públicos –alcalde y concejal en Andoain–... Esperemos que nunca más, en aras de un diálogo o de una tregua, se permita a ese tipo de gentuza ocupar puestos de representantes del pueblo. Porque, está claro, los han empleado para facilitar el trabajo de los criminales. Mayte Pagazaurtundua lo tiene claro y no podía contener su alegría cuando se enteró de la detención de José Antonio Barandiaran, el que era primer edil cuando ETA mató a su hermano.

Decía que la semana acababa bien. Porque la muerte de Tirofijo, el máximo responsable de las FARC, es una excelente noticia para todos aquellos que creemos que Colombia, un país maravilloso y con un potencial gigantesco, no despegará definitivamente hasta que se extermine de la faz del país a esa pandilla de narcotraficantes disfrazados de guerrilla revolucionaria. Sea por un infarto o sea por una acción del ejército colombiano, la noticia es estupenda, sobre todo porque llega tras la muerte de varios altos mandos de las FARC y el abandono de muchos otros desde las cárceles y desde la selva.
Los dos jefes terroristas han tenido destinos distintos. El etarra envejecerá entre rejas y el colombiano ha muerto tras pasar tres décadas en una peculiar clandestinidad que le permitió entrevistarse con preseidentes del gobierno y hasta gestionar las tierras que los débiles ejecutivos colombianos cedían a las FARC para desmilitarizarse y que en realidad empleaban para ampliar su negocio de terror y coca. No es una casualidad que Tirofijo haya muerto cuando al frente de su país está Álvaro Uribe, el presidente que acabará con las FARC. Seguro.

No hay comentarios: