11 de abril de 2008
Mar Herrero y Sylvina
El crimen de Sylvina Bassani y su pareja, Andrés Marzal, a manos del ex marido de la mujer, José Javier Lacasa, ayer en Alovera (Guadalajara), me ha recordado el asesinato, en 1999, de la joven Mar Herrero, una joven maquilladora asesinada por un psicópata llamado Luis Patricio Andrés.
Sylvina hizo todo lo que pudo para evitar acabar como ha acabado. Llevaba 19 meses esperando a que concluyese el proceso penal contra su marido, denunció que había quebrantado la orden de alejamiento a la que había sido condenado, pidió su ingreso en prisión cuando se sintió acosada y perseguida por el que ayer se convirtió en su asesino. Sylvina tuvo que aguantar que dos psicólogos –Juan Ignacio Alonso y María Isabel Tagle– dictaminasen que en su caso no existía el maltrato familiar y le conminasen a que se llevase mejor con su marido para que éste pudiera ver a su hijo, Gonzalo, el mismo niño que ayer presenció como su padre mataba a su madre y se pegaba un tiro en la cabeza.
Ahora vendrán las reuniones urgentes, las palabras de los políticos que asegurarán que adoptarán medidas urgentes, los expedientes que tratarán de buscar algún responsable en lo ocurrido... Pero supongo que no servirá de nada, igual que no sirvió de nada la muerte de Mar Herrero. Os contaré su historia.
Mar comenzó a salir en 1999 con un tipo llamado Luis Patricio Andrés. El hombre había cumplido cuatro de los diecisiete años de pena que le fue impuesta por disparar a su ex novia y se encontraba en libertad provisional. Este detalle, naturalmente, se lo ocultó a Mar. Cuando la chica se cansó de las fantasmadas de su novio, que le prometió que encabezaría un gran proyecto cinematográfico, le dejó. Y ahí empezó el calvario de la joven maquilladora. El despechado Luis Patricio comenzó a seguirla, a amenazarla, a acosarla... Mar se enteró del verdadero motivo por el que su novio había estado en la cárcel y, aterrorizada, denunció hasta en doce ocasiones a su acosador, la última 24 horas antes de ser torturada y asesinada por Luis. Hubiese bastado con que alguien hubiese revocado la libertad condicional de la que gozaba el asesino en el momento de cometer su crimen. ¿Sabéis qué sanción se impuso a Mari Carmen Iglesias, la juez que desoyó los doce llamamientos de socorro de Mar? Doscientas mil (1.200 euros) pesetas de multa. Hoy creo que sigue impartiendo justicia.
Veremos qué ocurre con todos los que no han podido impedir el crimen de Sylvina. Seguramente, las sanciones serán mayores, pero creo que tampoco servirá de nada.
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