28 de abril de 2008
Otra casa de los horrores
Sobrecogedora la historia de Josef Fritzl, el carcelero austriaco que encerró a su hija durante dos décadas y tuvo siete hijos con ella. Otra casa de los horrores, esta vez en Austria. Me ha venido a la memoria el caso de Fred y Rosemary West, aquella pareja británica detenida en los años 90 a los que la policía acusó de asesinar a nueve jóvenes, a las que sometían a toda clase de vejaciones sexuales. Sobre ese caso se ha escrito uno de los mejores libros reportaje del género de sucesos, Felices como asesinos, de Gordon Burn. El libro, editado en España por Anagrama, es un continuo testimonio del horror, a veces demasiado explícito, pero da una perfecta idea de cómo una sociedad entera puede vivir al margen de lo que ocurre entre los muros de una casa, por muy terrible que sea lo que sucede allí dentro. Fritzl llenará horas de televisión y radio, pero nadie dará una explicación sobre eso, sobre cómo es posible vivir más de dos décadas cometiendo las atrocidades que este ingeniero jubilado cometió.
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