29 de noviembre de 2007

La cocaína pudre Guinea Bissau


Guinea Bissau es un pequeño país del África Occidental, con una superficie menor que la de Bélgica y una población que no llega a los dos millones de habitantes. A diferencia de otras naciones de su entorno, en Guinea Bissau no hay guerra civil ni por las calles de sus ciudades se ven soldados disparando a diestro y siniestro. Pero a Guinea Bissau ha llegado un cáncer que está pudriendo los cimientos del país: la cocaína de los narcotraficantes colombianos.
Ya hace tiempo que las autoridades anti-droga de medio mundo están avisando del peligro que suponía que los grandes carteles colombianos se instalasen en África, donde el nivel de corrupción es mucho mayor que en ninguna otra parte del mundo. A mayor miseria, mayor facilidad para corromper. Ya no es una amenaza. Ya es un hecho. Una gran parte de la cocaína que llega a Europa ha pasado por África, donde los narcos colombianos han extendido su poder a base se comprar policías, militares y todo lo que sea necesario para desarrollar su negocio con tranquilidad. Hace unos días, llegó a mi poder un demoledor informe de Reporteros sin fronteras sobre la realidad del país. Su lectura sobrecoge, especialmente a los que hace tiempo que escribimos acerca de lo que podría significar la irrupción del narcotráfico en África. Los peores temores se han hecho realidad. En el citado informe, se cuenta el caso de un periodista local, Allen Yéro Emballo, que tuvo que refugiarse en París por acercarse demasiado a las cordiales relaciones que narcos y militares mantienen en su país. El pasado verano, tras revelar que altos mandos del ejército protegían a los colombianos, Allen y su familia fueron amenazados y el reportero decidió quitarse de enmedio. Los 50 euros que gana allí mensualmente un periodista no merecían poner en riesgo su vida o la de su familia.

El régimen del presidente Nino Vieira está en manos de los militares, comandados por el temible general Batista Tagm Na Wai y éstos parecen haberse convertido en los mejores socios de los carteles colombianos, como denunció Allen Yeró. Una Policía Judicial que apenas llega a los 70 inspectores y que sólo cuenta con un vehículo es la única fuerza que parece dispuesta a luchar contra lo que ya es una realidad, que Guniea Bissau se convierta en un narcoestado. El pasado mes de abril, según relata el documento de Reporteros sin fronteras, la policía detuvo a un teniente y a un capitán con más de 600 kilos de cocaína. A las pocas horas, el jefe del Estado Mayor, el general Batista Tgam, investido en juez, decretó su libertad sin cargos.
Así que apenas medio centenar de policías y un puñado de informadores son la única oposición a la alianza de los narcos con los militares. Especial valor tiene Agnello Regalla, el director de Radio Bombolom, una emisora verdaderamente libre que se ha enfrentado con el poder de los militares , hasta el punto de que éstos le han amenazado con "bombardearle la emisora". Y todo por 50 euros al mes. Estremece, siendo periodista en esta parte del mundo, la dignidad, el valor y la profesionalidad de esos compañeros. E indigna pensar en los compañeros que aquí, por no se sabe muy bien qué razón, cuentan con escolta a cargo del Ministerio del Interior.

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