27 de noviembre de 2007

La amenaza del presidente vitalicio


La ola antinorteamericana que recorre España desde hace ya muchos años, corregida y aumentada con la nefasta presidencia de George W. Bush, había convertido a Hugo Chávez en un tipo que caía bien en nuestro país. Era capaz de enfrentarse al gigante yanqui y de reivindicar un pintoresco indigenismo frente al imperialismo del vecino del norte. Chávez había echado de su país a la DEA y hacía buenas migas –son socios en la OPEP– con la horma del zapato americano en Oriente, Mahmud Ahmadineyad, el presidente iraní que niega el Holocausto, niega el derecho a existir de Israel y tiene una extraña afición por enriquecer uranio. Eso era así hasta instantes antes de que el Rey de España le hiciese callar en la cumbre iberoamericana de Chile. A raíz del incidente, la verborrea del tipo que aspira a convertirse el próximo domingo en presidente vitalicio de Venezuela está empezando a escocer en España. Sus invectivas contra las empresas españolas y sus soflamas contra nuestro país han irritado hasta a los que no hace mucho corrían a hacerse fotos con él y con otros ilustres del indigenismo, definidos por Álvaro Vargas Llosa como los perfectos idiotas lationoamericanos.
Pero España, al fin y al cabo, está a miles de kilómetros de Venezuela y todo lo que puede perder son miles de millones de euros. Pero lo tiene Colombia, a quien Chávez también está dedicando ahora buena parte de sus insultantes soflamas. El veto del presidente Álvaro Uribe a la mediación de su homólogo venezolano con los terroristas de las FARC ha abierto la caja de los truenos. Venezuela tiene dos mil kilómetros de frontera con Colombia y en buena parte de ella se centran las actividades de las FARC, un grupo terrorista que mantiene a más de 600 personas secuestradas y que se financia con la cocaína que exporta a medio mundo. La guerra emprendida por Uribe contra el narcoterrorismo tiene ahora un nuevo escollo: su vecino venezolano. No es extraño que Uribe haya acusado a Chávez de querer incendiar la zona. Y el domingo, puede ser presidente vitalicio. Y al que se oponga, a tiros con él.

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