10 de enero de 2008

El Solitario y su amigo Matías Antolín


El pasado 30 de diciembre, el suplemento Crónica del diario El Mundo publicó un reportaje con el título "Así habla El Solitario", firmado por el periodista Matías Antolín. El reportaje recopila declaraciones hechas por Jaime Giménez Arbe, acusado de 35 atracos y dos asesinatos, a Matías Antolín, que se confiesa amigo de Jaime y reconoce que el atracador le hizo todas esas confidencias en una visita a prisión en la que se hizo pasar por su cuñado.
El periodista, que también es entrevistado en el reportaje, justifica de esta forma sus estrecha relación con el presunto autor del asesinato de dos guardias: "No creo en el periodista que no se implica. Yo me implico hasta las cachas, aunque no soy apólogo de nadie. Juzgo conductas, no personas. Intento comprender. Desde el punto de vista periodístico, me interesa más el verdugo que las víctimas."
Las declaraciones de El Solitario a su nuevo amigo tienen poco o nulo valor informativo: "No quiero verme reflejado como un Harry el Sucio de vía estrecha, sino como una persona con motivaciones , aciertos y errores, como todo el mundo, pero sí con un gran corazón, que es lo que me ha movido siempre". Las declaraciones de Giménez Arbe están acompañadas de los comentarios de su nuevo amigo: "La dictadura del morbo se ha impuesto. Pocos de los que escriben de crímenes conceden la presunción de inocencia (...) Uno piensa que la verdad y la razón, aunque anden en zapatillas o entre rejas caminan con altivez. Podrán encerrar a un ser humano, pero nunca sus sentimientos, su dignidad"

A lo largo de todo el reportaje –cuatro páginas–, Matías Antolín olvida citar, por ejemplo, que la metralleta que El Solitario tenía en su poder el 23 de julio cuando fue detenido en Portugal era el mismo arma que asesinó en 2004 a dos guardias civiles en Castejón (Navarra). También olvida decir o preguntar a su nuevo amigo por qué llevaba en el momento de su detención el revólver con el que disparó a dos empleados de sendas entidades bancarias de Sarria (Lugo) y Toro (Zamora), porque le pareció poco el botín que se llevaba. Las pruebas de balística no ofrecen ninguna duda.
El solitario no se presenta en el reportaje como un atracador. Muy al contrario, pasa por una especie de Robin Hood del siglo XXI. Reproduzco textualmente las palabras de Antolín: "Jaime ama a los animales, es un apasionado de la música, nunca le interesó el dinero más que para sobrevivir. Sus verdaderos enemigos son los bancos. No se arrepiente de ser un luchador contra el capitalismo explotador, incluso está orgulloso de ello: 'Yo soy un insurgente que me he alzado en armas contra el poder injusto de la banca privada. Hoy se me ve de una manera, mañana podría ser un ejemplo a seguir'".
Pues no. Jaime Giménez Arbe no va a ser nunca un ejemplo a seguir, sino que el tiempo le borrará de nuestra memoria mientras él purga en la cárcel sus crímenes y sus atracos. Pero Matías Antolín tampoco va camino de ser un periodista en el que mirarse. Implicarse no es hacer hagiografías de criminales. Y olvidar a las víctimas es, sencillamente, nauseabundo. Y una cosa más. En las cartas que se reproducen en el reportaje, remitidas por El Solitario a su amigo, Giménez Arbe tiene unas palabras para mí:"Mi vida es una aventura de verdad pero sólo la sé bien yo, no la policía ni los periodistas morralla que escriben sin saber y mienten. Por ejemplo, el tal Manuel Marlasca ¿no fue aquel que hace unos años estando casado con una periodista llamada Ketty Kauffman y en una discusión de tráfico en Madrid mató cobardemente al conductor de una furgoneta? Con un revólver ilegal, probablemente traído de USA, ya que su mujer era norteamericana. ¿Si es el mismo Marlasca, como tiene tanta cara de llamarme a mí asesino?. Espero que su amigo Matías Antolín le haya aclarado que no, que yo no he matado a nadie.

1 comentario:

Fernando Olmeda dijo...

Bienvenido de nuevo al mundo del blog, espero que estés recuperado.

Enhorabuena por tu comentario, yo también me quedé flipado con la lectura del reportaje.

Gracia spor escribvir lo que yo pienso.